El Tarot, como muchos sabemos, es una herramienta de trabajo tanto evolutiva como adivinatoria, pero más allá de estos factores, existe una historia que nos cuenta el Tarot a través de sus naipes y que es absolutamente fascinante.
Como sabemos, denominamos Tarot al conjunto de 78 cartas utilizadas durante siglos para la adivinación, la meditación y la autoconciencia. Estos 78 naipes se dividen en dos conjuntos, uno de 22 cartas conocidas como los Arcanos Mayores y otro de 56 cartas conocidas como los Arcanos Menores.
Pues bien, son precisamente estos 22 Arcanos Mayores los que ocupan un lugar preeminente por su profunda conexión con los grandes temas universales de la experiencia humana. Son estos 22 naipes los que juntos, narran una historia completa de evolución espiritual y personal.
Lo que nos relata esa historia, no es otra cosa que el Gran Camino. El Sendero que recorre el alma desde su nacimiento hasta su unión final con el Creador. Y aunque nos pueda parecer que el significado puede variar ligeramente respecto a las lecturas más conocidas; pronto veremos que es simple apariencia, ya que la esencia de todo emana de estos simples puntos de referencia.
El Loco, el Arcanos Mayor del Tarot por el que empieza toda la história
Todo empieza en el momento de nuestra concepción, en nuestro nacimiento (carta nº 0 – El Loco). Aparecemos solos en el universo, sin ningún tipo de guía ni ningún punto de referencia al que podamos agarrarnos más que a nosotros mismos. Así nosotros nos convertimos en nuestro único referente y debemos empezar a buscar en nosotros todo lo que vayamos a necesitar, porque no conocemos otra cosa.
El Loco (0), es así una carta que simboliza el inicio, la ingenuidad y la espontaneidad. El Loco es un joven que camina despreocupado al borde de un precipicio, simbolizando el impulso de comenzar un nuevo camino, a veces sin tener en cuenta las consecuencias.
Es el arquetipo del aventurero, la semilla del potencial puro que aún no se ha manifestado. Representa el espíritu humano en su forma más libre, listo para emprender un viaje sin estar condicionado por las normas establecidas.
El Mago y la Sacerdotisa: el poder de la voluntad y la intuición
Pronto nos damos cuenta de que en nosotros reside el poder (carta nº 1 – El Mago), de que en nuestro interior reside la capacidad de crear, de que tenemos todos los elementos necesarios para ello; y que lo único que nos hace falta es tiempo para poder aprender a desarrollar nuestras capacidades (carta nº 2- La Suma Sacerdotisa). Y así iniciamos un estudio profundo de nuestro ser, para conocer las Leyes y las Normas de la Creación y a qué métodos podemos recurrir.
El Mago (I) y La Sacerdotisa (II), son figuras que representan las fuerzas complementarias de la voluntad consciente y la intuición subconsciente. El Mago es el maestro de los elementos, la encarnación del poder creativo y la habilidad de manifestar deseos en el mundo físico. Con su mano levantada hacia el cielo y otra apuntando hacia la tierra, une lo espiritual con lo terrenal.
Por otro lado, La Sacerdotisa simboliza el conocimiento oculto, la sabiduría interior y la conexión con el mundo espiritual. Ella es el guardián de los secretos del inconsciente, invitándonos a mirar dentro de nosotros mismos para encontrar las respuestas que buscamos. Juntas, estas cartas enseñan que para tener éxito en el viaje de la vida, debemos equilibrar la acción externa con la introspección interna
La Emperatriz y el Emperador: La fuerza de la creación y el orden
Entonces es cuando por fin somos hábiles para crear (carta nº 3 – La Emperatriz) y nuestra capacidad de creación no tiene otro límite que nosotros mismos. Empezamos entonces a trabajar y a crear nuestra propia realidad con nuestras manos, una creación de la que pronto vamos a sentirnos amos y señores (carta nº 4 – El Emperador). Nosotros gobernamos sobre nuestra creación, somos los jueces y los árbitros de la misma; los únicos con capacidad para decidir qué es lo que va a suceder.
La Emperatriz (III) y El Emperador (IV) representan las fuerzas de la naturaleza y el orden social. La Emperatriz es la madre fértil, la fuente de toda vida, simbolizando la abundancia, la creatividad y el amor incondicional. Su energía es nutritiva y se manifiesta en la belleza del mundo natural.
El Emperador, por su parte, es la figura de la autoridad y la estructura. Es el arquetipo del padre, estableciendo leyes y reglas que crean estabilidad y seguridad en el mundo. Mientras que La Emperatriz nutre, El Emperador organiza, y juntos crean un equilibrio entre lo caótico y lo estructurado.
El Papa o Sumo Sacerdote y los Enamorados: la sabiduría y la elección
No obstante, a nuestra obra le falta algo; y es por ello que surge en nosotros el deseo de perfeccionar esa obra (carta nº 5 – El Sumo Sacerdote). Queremos que no haya distancia, no queremos ser gobernadores de algo ajeno a nosotros; sino ser uno con nuestra creación, elevarla hasta que alcance nuestra misma perfección.
Desarrollamos entonces el sentimiento (carta nº 6 – Los Enamorados) y dotamos a nuestra obra de las herramientas necesarias; y le mostramos los caminos que han de conducirla hasta nosotros, hasta la misma perfección que somos nosotros.
El Hierofante (V) y Los Enamorados (VI) representan dos aspectos cruciales del crecimiento espiritual: la enseñanza y la elección. El Hierofante, o el Sumo Sacerdote, es el portador de la tradición y el conocimiento espiritual, un guía que nos conecta con la sabiduría ancestral. Es la figura que enseña los valores culturales y espirituales, ayudándonos a encontrar nuestro lugar en la comunidad.
Los Enamorados, por otro lado, simbolizan la elección y el libre albedrío. Esta carta no solo se refiere al amor romántico, sino a todas las decisiones significativas que debemos tomar en la vida. Es un recordatorio de que cada elección tiene sus consecuencias y que el camino correcto es aquel que resuena con nuestro verdadero yo.
El Carro y la Fuerza: El triunfo y el dominio interior.
Con el tiempo, nuestra creación y nosotros vamos a alcanzar la unión ideal (carta nº 7 – El Carro) que nos va a permitir movernos con libertad de un extremo a otro, sin obstáculos, porque no va a haber barreras entre nosotros y nuestra creación gracias a esa unión a través del sentimiento.
El Carro representa el triunfo, la determinación y la victoria que se logra a través del esfuerzo y la disciplina. Es el héroe que, después de haber tomado una decisión (Los Enamorados), ahora avanza con confianza y control hacia su objetivo.
La Fuerza, en cambio, representa el dominio interno y la capacidad de superar los desafíos a través de la compasión, la paciencia y la comprensión. En lugar de usar la fuerza bruta, esta carta enseña que el verdadero poder radica en la calma y la serenidad, en la capacidad de controlar las propias pasiones.
El Ermitaño y La Rueda de la Fortuna: La Búsqueda Interior y el Ciclo de la Vida
El Ermitaño** (IX) es la figura del sabio, que se retira del mundo exterior para buscar la verdad interior. Es una carta de introspección, soledad y meditación. Representa el momento en que, tras el triunfo del Carro, uno debe detenerse y reflexionar sobre el verdadero propósito del viaje.
Por otro lado, La Rueda de la Fortuna (X) simboliza los ciclos inevitables de la vida, el constante cambio y la aceptación de que no todo está bajo nuestro control. Es el recordatorio de que, aunque podamos influir en nuestro destino, hay fuerzas mayores que guían el curso de nuestra vida.
La Justicia y El Colgado: El Equilibrio y la Rendición
La Justicia (XI) y El Colgado (XII) nos hablan de equilibrio y rendición. Justicia es la carta que representa la equidad, la verdad y la responsabilidad de nuestras acciones. Es el momento en que se nos pide que enfrentemos las consecuencias de nuestras decisiones y mantengamos el equilibrio en nuestra vida.
El Colgado, en cambio, representa la necesidad de rendirse, de dejar ir y aceptar la suspensión de la acción. Es un recordatorio de que a veces debemos ver las cosas desde una perspectiva diferente y que la rendición puede llevar a una nueva comprensión y liberación.
La Muerte y La Templanza: La Transformación y el Equilibrio
La Muerte (XIII) y La Templanza (XIV) son cartas de transformación y equilibrio. La Muerte no debe ser tomada literalmente, sino como un símbolo de cambio profundo, de la necesidad de dejar atrás lo viejo para hacer espacio a lo nuevo. Es una carta de finalización y renacimiento.
La Templanza, por su parte, es la carta del equilibrio y la moderación, enseñándonos a encontrar el punto medio en todas las cosas. Es la energía de la curación y la integración, el proceso de unir opuestos para crear armonía.
El Diablo y La Torre: Las Ataduras y la Liberación
El Diablo (XV) y La Torre (XVI) representan las ataduras y la liberación de las mismas. El Diablo simboliza las cadenas que nos atan, ya sean miedos, deseos o adicciones. Es la representación de la sombra, la parte de nosotros que necesita ser confrontada y transformada.
La Torre, en cambio, es la carta de la destrucción y la liberación repentina. Es el rayo que derriba las estructuras falsas, forzándonos a enfrentar la verdad y a reconstruir desde los cimientos. Aunque es una carta de crisis, también es una oportunidad de renovación.
La Estrella, La Luna y El Sol: La Esperanza, la Ilusión y la Claridad
Las cartas finales del viaje son La Estrella (XVII), La Luna (XVIII) y El Sol (XIX). La Estrella es la carta de la esperanza, la inspiración y la fe en el futuro. Es el faro que nos guía en la oscuridad, recordándonos que siempre hay luz al final del túnel.
La Luna, sin embargo, simboliza la ilusión, el misterio y la confusión. Es la carta de la intuición y los sueños, pero también de los miedos ocultos y las emociones subconscientes. Representa el lado oscuro del alma, donde las cosas no siempre son lo que parecen.
El Sol, finalmente, es la carta de la claridad, la vitalidad y la alegría. Es el símbolo del éxito y la realización, la culminación del viaje del Tarot. Representa la iluminación, el conocimiento y la celebración de la vida.
El Juicio y El Mundo: La Realización Espiritual y la Compleción
El viaje culmina con El Juicio (XX) y El Mundo (XXI). El Juicio es la carta de la resurrección y la redención, donde se nos llama a despertar a una nueva vida y a liberarnos del pasado. Es la carta del renacimiento espiritual, donde se nos invita a evaluar nuestra vida y prepararnos para un nuevo comienzo.
El Mundo, por último, es la carta de la completitud, la integración y el éxito total. Representa la realización de todo el potencial que se inició con El Loco. Es la culminación del viaje, donde todas las lecciones han sido aprendidas y uno ha alcanzado la unidad con el universo.
En conjunto, los 22 Arcanos Mayores del Tarot narran la historia del viaje del alma a través de la vida, desde la inocencia inicial hasta la realización espiritual completa. Es un viaje lleno de desafíos, lecciones y crecimiento, que refleja las experiencias universales que todos enfrentamos en nuestro camino hacia la auto-realización y el entendimiento profundo del mundo que nos rodea.
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