el poder de la oración

El poder de la oración

La oración es agradable a Dios

Vimos en otro post que una oración debe ser hecha con intención. Profundicemos esta semana de nuevo en este hecho según las enseñanzas de la doctrina espiritista. Así esta escrito en “el libro de los espíritus” de Allan Kardec:

¿La oración es agradable a Dios?
Lo es cuando la dicta el corazón porque todo para él se reduce a la intención, y la oración que sale del corazón es preferible a la que puede leerse, por bella que sea, si se lee más con los labios que con el pensamiento.
La oración es agradable a Dios cuando es hecha con fe, fervor y sinceridad; sin embargo, no creáis que le conmueve la del hombre vano, orgulloso y egoísta, a menos que no constituya un acto de sincero arrepentimiento y de verdadera humildad.

Vista esta enseñanza, formulemos esta pregunta: ¿vale la pena entonces hacer rezos escritos por otros, oraciones ya pensadas por terceros?

Reflexionemos un poco sobre ello. En primer lugar, hay oraciones escritas que en sí ya son una enseñanza, son bellas y permiten hacer reflexiones profundas sobre las mismas, por lo que en este aspecto son positivas. Reflexionar sobre las palabras de los sabios, intentar entender y actuar acorde a ello es algo positivo.

Por otra parte, si una persona se esfuerza a diario en ejercer la oración con la intención de acercarse a Dios, su intención de acercarse a Dios ya es de por sí una oración que seguro tendrá respuesta, como bien se ha dicho: “todo para él se reduce a la intención”.

De este pequeño análisis podemos ya prevenir que al rezar, uno debe ser muy consciente de cuál es su verdadera intención, porque a Dios no se le puede engañar con palabras, pero un hombre si puede mentirse a sí mismo y rezar con unas palabras teniendo una intención completamente opuesta a lo que dice. Así, uno puede mentirse y creer que pide que se haga un bien pero en realidad tener una intención corrupta y digna de castigo albergada ocultamente en su interior. Es por ello que se hace notar en el libro de los espíritus que la oración debe ser sincera.

Por tanto, para poder rezar consecuentemente, uno debe conocerse a sí mismo y mantener unos actos acorde con aquello por lo que reza, debemos ser íntegros en nuestro pensar, en nuestro sentir y en nuestro rezar.

De esta forma, y a modo de una primera conclusión rápida y poco profunda sobre la pregunta, ¿vale la pena entonces hacer rezos escritos por otros?, podemos responder que si vale la pena siempre y cuando nuestros actos y forma de hacer estén acorde a dichas oraciones.

Sin duda, hay mucho más que decir en todo ello pues es un tema realmente fascinante y profundo, pero el propósito de este pequeño artículo no es exponer todos los detalles de forma exhaustiva, sino el de dar una serie de preguntas y reflexiones para que el lector piense y vaya integrando enseñanzas en si mismo poco a poco. Esperemos pues, que lo escrito le valga por lo menos, para reflexionar un poco más sobre si mismo, volveremos con este tema en artículos posteriores.

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