A VECES ESCAPAMOS DE LOS CAMINOS QUE SE NOS DAN

A veces escapamos de los caminos que se nos dan

Es un tanto conocido el relato de que cierto hombre cayo en el mar y suplico a Dios por su salvación. Paso un barco pero se negó a subir diciendo que Dios lo salvaría. Al rato, paso un hidro-avión que lo invitó a subir pero se negó alegando que Dios le salvaría. Ese hombre pereció, y en el más allá preguntaba porque, a lo que se le respondió: “¿Es que acaso no ves todo lo que se te ha puesto delante para tu salvación y tu has dejado de lado?.

Esta historia, graciosa para unos, triste para otros, es una cruda realidad del día del ser humano. La persona que quiera elevarse espiritualmente, debe tener en cuenta este hecho: ,No hay que pedir cosas banales a Dios.
Por ejemplo, si tu sabes que las fresas te sientan mal y te producen alergia, no corras a atiborrarte de fresas y luego pidas a Dios el milagro de la curación, porque el el hecho de saber que no debes comer fresas y no comerlas, ya es un milagro en sí.
Por el contrario, ante cosas que no tienen solución o no la vemos, si hay que aclamarse a Dios con toda el alma y la fe.
Por tanto, hay que dejar atrás las frases: Mañana iré, mañana lo haré, mañana empezaré, cuando se refieran a cosas que debemos hacer para nuestro bien y que no tiene sentido dejarlas demorar, solo es que no nos apetece. Tampoco hay que pedirle a Dios que haga la parte de la labor que a nosotros corresponde.
Procuremos tener los ojos abiertos en la vida y una actitud sensata y comprometida con nuestro crecimiento espiritual, para que así, paso a paso, vayamos subiendo la escalera que nos llevará a luz Divina.

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